Si alguna vez te has sentido abandonada, sola, perdida o desolada como yo alguna vez (Sí, más de alguna vez se vale) me vas a dar la razón con el título de esta entrada.
Los libros no solo vienen siendo un refugio para esconderse, escapar o encontrarse sino que llegan y se van convirtiendo en terapia, amigos que no sabíamos que estaban allí esperándonos para recibir nuestro amor incondicional (que nadie te diga lo contrario, los libros tienen vida) y te transmiten tantas cosas desde amor hasta asco, eso crece en vos y se queda allí, así que hasta con ello hay que tener ojo de qué dejamos entrar a nuestras vidas.
Si hace 10 o 5 años te gustaba un género que hoy ya no pasas o te tiene aburrida, eso quiere decir que este ya cumplió su objetivo en tu vida, te ayudó a ser la persona que hoy sos, he aquí la importancia de leer, nos ayudan a vivir ciclos y entender casi todo, lo demás se va dando por añadidura (sin importar lo que leas, no dejes de hacerlo. De lo malo también se aprende)
Este año cumplo 34 años, y sigo agradeciendo que mi colegio tuviera una biblioteca pequeña medio mal puesta para escaparme cuando más lo necesitaba, cuánto me encantaría que todas tuvieran la misma oportunidad. Así que estoy cocinando una idea para agregar a los mercadillos de libros para que esto pueda ser realidad, cuando esté mejor estructurada les estaré compartiendo de qué se trata (confiando contar con el apoyo necesario se va lograr :)
Ha pasado un año desde que aprendí a s-o-l-t-a-r, y no me refiero a libros pero estos fueron mi mayor apoyo. Eventualmente casi por casualidad, llegan a tu vida para salvarte (y sí estoy hablando de libros) esos títulos que te hacen poner todo en perspectiva, y preguntarte en qué fallaste, por qué no estás viviendo cómo quisieras y qué se necesita para empezar a hacerlo; no te guardo más el secreto... para mí ese libro fue: La biblioteca de la medianoche de Matt Haig (de nada)
Gracias por leerme hasta acá, si algo resuena con vos de esta publicación estoy a la orden.